Se me fue de la mano, carallo

No hace mucho, una compañera me preguntó qué pensaba sobre algún que otro desacierto que observamos en un acto académico al que habíamos acudido juntos. Mi respuesta fue tajante: “Aquí nadie está en su sitio ni en el sitio que le corresponde”.

De Cecilia Giménez, la anciana que intentó restaurar el “Ecce Homo”, el fresco de Cristo que plasmó Elías García Martínez en los muros de la iglesia del Santuario de Misericordia de la localidad zaragozana de Borja, se puede decir lo mismo. Ahora dicen que la señora guarda cama por un ataque de ansiedad. No me extraña.

Catalogada o no catalogada, la pintura ha sufrido un considerado destrozo que puede costar una fortuna restaurar a las arcas públicas; y ya se verá cómo queda la cosa y si la obra se puede recuperar.

El hecho es que personas sin conocimientos suficientes, sin preparación, sin consideración y sin respeto al trabajo que pueden hacer los demás en las mejores condiciones, se ofrecen o son elegidos a realizar tareas que no les corresponde, a las que no están acostumbrados ni están  capacitados  a desarrollar.

Los españoles somos muy dados a meternos donde no nos llaman o a intentar colgarnos medallitas que no nos corresponden. Y, en definitiva, ¿de quién es la culpa? Del que se ofrece sin estar preparado o del que permite que personas no capacitadas realicen tareas que no les corresponde? Ahí queda eso, Cecilia Giménez comentó antes de caer en ese fastidioso estado de ansiedad que “se la había ido de la mano”.

Y a quien se le fue todo de la mano, o casi todo, es a los directivos de la Liga de Fútbol Profesional o la Liga asociada a un conocido banco (ahora que los bancos no son de fiar) por los partidos planificados a realizarse a las once de la noche. El presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles considera «un grave error programar partidos de fútbol a esas horas, con jornada laboral al día siguiente», ya que perjudica la «productividad» y «aumenta el absentismo laboral, el estrés y la siniestralidad», y razón no le falta.

El número de asistentes a los campos a esa hora, ha bajado sustancialmente como se ha demostrado en las primeras jornadas vividas a comienzo de la Liga. Peor aún o sin ir mas lejos, imagínense ustedes en noviembre, pleno otoño, lluvias o nevadas, ¿quién será el guapo que acudirá a algún campo? Bueno, algún loco, porque haberlos haylos.

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