Cuatrocientos abogados se han inscrito en el juzgado de primera instancia de la pequeña población de Inezgan, a pocos kilómetros de la ciudad costera marroquí de Agadir, para defender a dos jóvenes acusadas de “entorpecer escandalosamente la paz vecinal”, juicio más conocido en los medios por “el caso de la saya (falda)” y que sería más exacto llamarlo “el caso de las minifaldas”.
El hecho es que dos jovencitas recorrían las calles de la localidad ataviadas con sendas prendas sin ánimo ni intención, más que el darse un garbeo soportando las altas temperaturas que, al igual que en Europa, conoció Marruecos las últimas semanas.
Los abogados defensores han solicitado retirar la denuncia ya que el informe de la policía contiene errores a nivel de la forma y del contenido, si se tiene en cuenta el artículo del código penal al cual se hace referencia y que está relacionado con escándalo público por desnudez, explicando el significado exacto de este término (estar desposeído incluso de la ropa interior), cosa que no ha pasado en este caso.
A saber el revuelo que se ha producido en los canales de comunicación social en respuesta a la denuncia, lo que llevó igualmente a que se convoquen manifestaciones en diferentes ciudades en solidaridad con las dos jóvenes. Las opiniones, entre apoyo y rechazo, han recorrido las calles, cafetines y lugares más recónditos, rechazando la censura y en apoyo a las libertades públicas conseguidas, todo a la espera de que caiga una ley mordaza también para el vecino país, que ha visto recientemente cómo la Alta Autoridad de la Comunicación Audiovisual ha rechazado la solicitud que cursó el Gobierno para sancionar a la segunda cadena de televisión, por haber emitido un programa donde aparece Jennifer López bailando, con los muslos descubiertos y en posiciones insinuantes.
Por fin, el fiscal del caso de las minifaldas, ha puesto algo de cordura en el caso. Ha pedido perdón y al parecer se va a retirar la demanda contra las dos jovencitas, mientras se ha detenido al joven causante de este revuelo que realmente estaba persiguiendo y molestando a las dos jóvenes.
Por otro lado, parece mentira que semejante juicio tenga lugar en un país, que aunque considerado avanzado y progresista, permita que en pleno Ramadán, mes del ayuno y la abstinencia, aparezcan en una serie televisada de producción propia, en varios episodios y en varias ocasiones, personajes borrachos. Más aún, una mesa puesta con dos botellas de vino tinto y barrios botellines se supone que de cerveza, aunque aparezcan sin etiqueta. Seguro que en este caso, el Gobierno le hubiera ganado la partida, esta vez a Al Maghribia, de haber puesto una denuncia ante la Alta Autoridad de la Comunicación Audiovisual, encargada de velar por la salud de los telespectadores marroquíes.
Hay que apuntar bien y siempre en la dirección que corresponda; pero ustedes, a quienes deseo felices vacaciones, no se olviden de Gaza, Egipto, Siria ni de Irak.