¡Habráse visto!

Ha llegado el otoño a las calles de Madrid y con los problemas que tiene la gente por aquí (empezando por los míos propios), la televisión de Rajoy, a tenor de lo que hay en nuestra televisión en general, no hace más que hablar de dimes y diretes y de personajes de la farándula. Que fulano está deprimido (super millonario pero deprimido), que zutano ha bajado, que la novia del otro la han pillado en paños menores y demás miserias humanas.  Pero, al fin y al cabo, los problemas de los que andamos con los pies en el suelo, los verdaderos problemas de supervivencia, no significan nada para quienes viven en otro mundo, lejos de nuestra actualidad. Ellos están a lo suyo, en otro planeta y a lo suyo.

Rajoy, no sé si antes o después de fumarse un puro en la Sexta Avenida, ha elogiado a los españoles que no se manifiestan, a los que no salen en la prensa ni abren los telediarios, a aquellos que no se les ve por allí y que son la mayoría, como argumentó. Al Presidente, como a otro que yo me sé y de cuyo nombre no me quiero acordar, le gustan los sumisos, los callados, los que no protestan y los que ni argumentan sabiendo que lo que dicen es la pura verdad. Le gustan estos y también los sordomudos, los oprimidos y un largo etcétera. Pero por favor, si tiene usted al país convulso, irreconocible, muy preocupado y muy triste. Esa mayoría a la cual se refiere está atacada pero aguanta, ve su futuro y el de los suyos muy negro porque esto no tiene pinta de que se vaya a solucionar pronto, ni a medio plazo. Esto va para largo y las consecuencias de las malas gestiones, de los derroches, abusos, tejemanejes, desfalcos en el ladrillo y demás, pasan factura. Pero lo malo es quién está pagando esa factura; a ver si nos enteramos o lo reconocemos. La factura la pagan esa mayoría de ciudadanos que no salen en la prensa ni abren los telediarios. Esos que se manifestaron a mediados de septiembre y lo volvieron a hacer hace pocos días rodeando la casa de todos. Esos que tuvieron que enfrentarse a las fuerzas del orden, incluso a casi un kilómetro lejos del Parlamento y más concretamente en la estación de Atocha donde irrumpieron los antidisturbios disparando salvas a base de cartuchos de pólvora “disuasorios”, dicen. Las imágenes de los medios me recordaron a la marea gris de la dictadura, que subida a caballo, repartía castañas en la Ciudad Universitaria de Madrid en los años setenta. Es muy triste, que después de nuestra Transición, lleguen los mandamás y se vanaglorien de ello, apoyando las actuaciones de su pasma, como dirían los de ahora. Tenga cuidado señor Rajoy que los que no se manifiestan se pueden hartar un día y, Dios me perdone, armarle la marimorena.

“Un diputado de la Asamblea de Madrid paga menos por el menú que un escolar por la tartera”. Esta información de hace unos días me dejó perplejo. Resulta que los hijos de los madrileños que lleven su tartera al cole por la crisis o por el motivo que fuese, tienen que abonar 3,80 euros por el servicio que se le presta en el comedor. Pero resulta que a los 129 diputados de la Asamblea y demás personal que trabaja o visita el lugar, le cuesta el menú subvencionado por el dinero de todos, tan solo 3,55 euros, ¡habráse visto cosa semejante!

Bueno, lo de Artur Mas tampoco tiene nombre. Disfrazado de ave carroñera viene a hablar de fiscalidad. Llega, ve y quiere vencer. Pide el rescate para justamente anunciar elecciones y caminar hacia la independencia. Asegura que habrá referéndum sí o sí, con autorización o no del Gobierno de España. Arremete contra el Gobierno cuando la Vicepresidenta comenta que bastará con enviar un escrito al Tribunal Constitucional para detener cualquier tentativa. Ahí queda eso.

La supuesta dimisión de Esperanza Aguirre ha dejado a todo el mundo anonadado. Digo supuesta porque no hay quien se lo crea. Nadie puede pensar que una señora con su talante, inteligencia, vigor y solidez, se deje marchitar por una enfermedad ya vencida o por unos nietos en busca del cariño de una abuela. No señor, no es el estilo de esta mujer que ha doblegado hasta al más pintado y ha sometido a su libre albedrío hasta al más listo. Circula en la red que se han oído los gritos de una tremenda discusión que tuvo lugar en la calle Génova a primeros de septiembre y que la dimisión ha sido un fulminante despido. Vaya cómo se la juegan por aquí y atentos todo el mundo, sean socios y amigos o indeseables enemigos.

Deja un comentario