Europa está en crisis. En algunos países, entre los que nos encontramos, la situación es peor y a muchos niveles; económico, político, social,… No hay trabajo, se sigue destruyendo empleo gracias a la reforma laboral del PP que dice pretender con ella crear empleo, los jóvenes emigran a la desesperada, la banca sigue declarando ganancias de miles de millones de euros y se queja de que ha ganado menos; sí, pero ha ganado, cuando millones de ciudadanos esperan que todo se disipe mientras les desahucian, pierden sus ahorros y hasta encontramos muchas familias sin ningún miembro en activo y sin subsidios.

Para colmo resulta que el Gobierno establece ahora el final de la crisis en 2016, hace poco la fecha era finales de 2014. ¿Qué nos van a decir?, en realidad ni ellos lo saben. Rajoy no hace otra cosa que obedecer a Merkel, su santa madre, consejera y gran patrona de Europa sin tener en cuenta el daño que hace a los suyos. Se cree que le va a salvar. Sueños de hidalgo gallego. Y la oposición ¿dónde está?, ¿qué hace? No, no sabe y tampoco contesta. Están preocupados por las primarias.

El Corte Inglés y seguro que alguien más de cuyo nombre no me quiero acordar, resulta que tenía encargos textiles en la empresa donde han perdido la vida recientemente más de trescientas personas en el Bangdesh profundo, al derrumbarse el edificio que tenían como taller y que albergaba a tres mil trabajadores que cosían ropitas para los señoritos del Norte, a precios irrisorios y en condiciones laborales infrahumanas.

Empresas como estas son también culpables de nuestra crisis particular. Poco a poco nos dejaron sin industria al llevarse sus talleres y su confección primero a Portugal luego a Marruecos y después al más allá, para abaratar más los costes, sin tener en cuenta las condiciones de vida ni de trabajo de quienes le producen sus productos. A ellos no les importan esas cosas; eso les supera. Lo importante es producir al menor precio posible que tiene como consecuencias no ser un buen patriota, no contribuir a la economía nacional, no pagar impuestos a nuestra hacienda, no crear trabajo, ahora que todo se necesita, etc.

De qué nos vale tener hombres ricos en la familia si no contribuyen en nada con nosotros. Por mí les podían retirar la condición de patriotas además de no permitir que ninguno de sus productos se comercialice en el país. Propongo que se les retire el DNI y el pasaporte, se nacionalicen sus bienes en el país y se les ponga de patitas en la frontera  con la etiqueta de “persona non grata”.

Por otro lado, con o sin armas nucleares Bachar Al Asad, el malvado de Siria, está destruyendo su país. Por favor no se olviden de Siria ni de Gaza.

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El escritor, pensador y economista recién fallecido José Luis Sampedro, dijo en una de sus últimas entrevistas que si tuviese que escribir una novela que sucediese en la actualidad, le pondría como título “La nave de los locos” o “Jaula de locos”. Sampedro, que esperaba cumplir los noventa y cinco años unos días después de ese encuentro, se despachó bien ante Jordi Évole en un programa que “Salvados” le dedicó al escritor, contándole su visión particular de nuestra vida actual y, la verdad, que razón no le ha faltado. Se despachó con los gobernantes, los partidos, los políticos y con los ciudadanos de a pie, que también tenemos nuestra culpa de lo que tenemos y de lo que estamos pasando. El entrevistado no entendía, y muchos compartimos sus ideas, las reacciones de los gobernantes y de los políticos en general, con su afán de poder y dominio, no comprendía al resto de los humanos que no hacemos nada para evitar los desajustes y las calamidades a que nos someten y dice que “los pueblos votan contra su propio interés” y, ciertamente, si no nos cuidamos nosotros quién lo va a hacer por nosotros. Sampedro nos veía como zombis, vagando sin sentido ni rumbo alguno, haciendo cosas incongruentes como si estuviéramos fuera de nosotros, y realmente lo estamos. Muchos de nuestros males podrían desaparecer y se podrían solucionar con tan solo pensar un poco y razonar las cosas. Tan solo nos preocupa satisfacer nuestro ego, ser más que nadie y sobre todo aparentar. Aparentar que dominamos las situaciones, aparentar que somos los mejores, aparentar que somos imprescindibles, etc. Y todo esto nos conduce al desastre.

“Nos educan muy mal y tan solo para ser productores y consumidores, para ser súbditos y no para tener pensamiento propio” dice el escritor.  “No estamos civilizados todavía como colectividad”  y por eso le parecemos vivir y navegar en una nave de locos donde realmente hace falta mucha cordura.

Locos están también los venezolanos en su intento de aclarar lo que pasa y lo que quieren hacer con su país tras las agitadas elecciones presidenciales. Después de los mutuos reproches que hemos oído en la campaña entre los dos candidatos, el diario ABC ha recogido esta semana unas magníficas fotos de los dos ediles ante y antes de depositar su papeleta en la urna. El chavista Maduro, ataviado con un pantalón oscuro y una camisa celeste con bolsillos en el pecho y a nivel de la cintura, aparece con la mano derecha en el corazón que luego eleva al cielo al unísono que su vista en un acto de plegaria al Altísimo, al igual que sujeta su papeleta con la mano izquierda que tras depositar en una urna de cartón con una pegatina donde se puede leer en colores sobre fondo blanco “CNE Poder electoral” (Consejo Nacional Electoral), finaliza uniendo las palmas de sus manos en actitud de rezo a lo Dalai Lama, mirando fijamente a la urna que hipotéticamente le convertirá en el líder de Venezuela durante los próximos años.

Henrique Capriles, vestido con un pantalón color caqui, camisa o polo amarillo y chaqueta de chándal blanco con adornos granates en los costados y en las mangas, a su vez, se santigua ante una pequeña estatua de la Virgen, le besa los pies y besa su papeleta, mirando también al techo del lugar antes de depositarla en una urna semejante.

Mucho teatro, demasiado teatro, pero las cosas son así. El país se encuentra dividido entre los dos candidatos, tras una campaña muy regañada y un resultado muy ajustado inclinado hacia Nicolás Maduro que ha utilizado todas las artimañas posibles para ser proclamado sucesor de Chávez. El derrotado Capriles no acepta los resultados y pide un nuevo recuento de las papeletas ante la negativa del comité electoral. El laberinto venezolano no es ni más ni menos que otra nave de locos, lejos de aquí, pero también locos.

Sea lo que sea, no se olviden de Gaza ni de Siria donde hay muchos, muchos locos, locos que matan a sus hermanos.

La “marca” España está de capa caída aunque el Gobierno pretenda vendernos lo contrario. La situación económica y social es insostenible, embarazosa y desesperante. Amén de la crisis, el paro, el estancamiento de la economía, la debilidad que experimentan las instituciones públicas, la situación precaria de nuestros representantes,… no ayudan a despegar ni a eliminar las diferentes y numerosas trabas que nos presionan y nos agobian.

Resulta que los dos partidos más grandes del país no aglutina a su alrededor ni al 50 % del electorado, cuando no hace mucho sumaban más del 75 %. Ni el Gobierno, ni su partido, ni la oposición mayoritaria tienen la confianza de los ciudadanos. Éstos se sienten estafados, engañados y utilizados porque los políticos han dejado de servir a los intereses de sus votantes para centrarse tan solo en los suyos propios. El Estado, con la Monarquía al  frente, está viviendo una situación de choque y se encuentra desquebrajado y débil. Los bancos abusan y no son de fiar. El número de casos abiertos por corrupción, fraude, abuso de poder, tráfico de influencias y malversación de fondos públicos crece cada día a la par que el número de parados. Rajoy no aparece y no dice nada pero desgraciadamente la oposición también calla. Miles de jóvenes, entre los que se encuentran mis dos hijos, se exilian cada día en busca de algún horizonte a casi cualquier lugar del mundo. Todo menos quedarse aquí. Y para colmo, incluso servidor ha intentado exiliarse por segunda vez, pero no ha habido suerte. Maldita suerte y bendita juventud.

Y para colmo, la muerte se ha cebado con nosotros esta última semana en que hemos visto desaparecer a cinco paisanos y a la casi indestructible dama de hierro, la británica Margaret Thatcher. Han fallecido el prolífico e incansable director de cine Jesús Franco, la secundaria, marchosa y burlesca actriz Mariví Bilbao, el guionista, director y descubridor de una generación de actores José Juan Bigas Luna y, nos han dejado porque la muerte les ha segado la vida casi a la par, la legendaria Sara Montiel y el discreto y genial escritor, humanista y economista José Luis Sampedro. Descansen en paz.

Al ciudadano Iñaki Urdangarín le ha salido trabajo de lo suyo en Qatar. Me hubiera alegrado por él si su situación fuera normal, pero no lo es. Este estafador, imputado por fraude, falsedad, tráfico de influencias y por delitos fiscales, sigue teniendo su pasaporte y tiene ya las maletas preparadas para partir. Se va con contrato de trabajo pero no se tiene que desapuntar de la lista del paro ni tendremos, seguramente, un parado menos.

Es insólito, pero por casos como estos, la “marca” España no puede prosperar.

De todas maneras, no se olviden de Gaza ni de Siria. Ahí también se sufre mucho.