España y Cataluña
El ayuntamiento de Barcelona ha denegado el permiso de rodaje, en el Museo de Historia de la ciudad condal, a la serie televisiva « Isabel », que produce Diagonal TV, por discrepancias sobre la fidelidad histórica de la misma. La serie, de gran éxito en TVE 1 (3.700.000 espectadores), va a tener como escenario la ciudad de Madrid, según ha anunciado la Fundación Madrid Film Commission encargada de promover y gestionar los rodajes en la capital. Madrid ha salido rápidamente al desquite aprovechando la coyuntura. Me imagino que el motivo de la negativa tiene que ver con algunas escenas donde se habla de la dependencia de Cataluña del reino de Aragón. El hecho histórico es que el condado de Barcelona, después de pertenecer al Reino de Francia, pasa a depender de Aragón tras el matrimonio de Ramón Berenguer IV de Barcelona y Petronila de Aragón, heredera del trono de Aragón. Ésta constituye la unión dinástica entre la saga condal de Barcelona y la casa real de Aragón y Alfonso II, el hijo de ambos, fue el primer rey de Aragón que a su vez fue conde de Barcelona, títulos que heredarán a partir de entonces todos los reyes de la Corona de Aragón. Esto es Historia, pese a quien no lo acepte. Es Historia y duró lo que duró.
Esperanza Aguirre que, seguro habla catalán en la intimidad como alguien que yo me sé, debe su nombre a una abuela hija de catalanes. Tiene, por lo tanto, orígenes ampurdaneses y además ahora trabaja como “cazadora de talentos” para una empresa también catalana. Aguirre, cómo no, dentro de la gran discusión mantenida últimamente sobre la hispanidad de Cataluña o la catalanidad de España, dice que España es Cataluña. Y yo, uno que no es lumbreras y que tiene que verlo todo, me pongo el mapa de la Península delante, voy cambiando los nombres, observo y pienso en voz baja: Si España es Cataluña, en qué se convierte Cataluña.
Le doy otra vuelta y no me puedo creer la conclusión a la que he llegado. He llegado a pensar que Cataluña es España, un espacio de algo más de 32.000 kilómetros cuadrados donde cohabitan los cuarenta y muchos millones de españoles (excluidos los catalanes, claro, pero incluidos, de momento, los vascos, gallegos, etc…), con sus diferencias consabidas a nivel de historia, lengua, cultura, geografía, tradiciones, manías, costumbres, etc… y todas esas cosas que distinguen a las personas civilizadas. He pensado eso y, lo siento mucho por el “palabro”, me he quedado acojonado. Menos mal que aún así de minúsculos, seguiríamos perteneciendo a Europa y nuestra moneda seguiría siendo el euro, aunque nos ha traído más de una desgracia. Acuérdense de las rubias y lo guapas que eran.
Pero, de todas maneras, no se olviden de Gaza, Siria ni de Egipto.