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Archivos Mensuales: febrero 2018

Pensarán ustedes que la tengo tomada con Rajoy, que no hago más que reprocharle cosas y acciones o, lo que es peor, la falta de acciones y la desmesura, la tardanza y la pachorra con la cual se toma las cosas a la hora de tomar las decisiones. Pues sí. Sí porque me molestan los responsables que no plantean cara a sus responsabilidades, no

A ver, ¿cuál ha sido la reacción del presidente del Gobierno ante las amenazas y el desafío vertido por el “lehendakari” Iñigo Urkullu la semana pasada? Nada, no ha hecho ni dicho nada en absoluto. Y no es baladí ya que el PNV quiere elaborar, o mejor dicho, seguramente que ya ha elaborado, un nuevo Estatuto de Autonomía donde reclamar todo el poder competencial para el País Vasco, lo que vulneraría, seguramente, varios principios constitucionales. El señor Rajoy, preguntado por el alcance que el PNV pretende darle a esta modificación, que se supone radical, al Estatuto Vasco, contestó: “Yo no voy a estar en el derecho a decidir, como todo el mundo sabe”.

Efectivamente, todo el mundo sabe que Rajoy no decide nada, no aplica nada, no contradice a nadie, no negocia ni advierte a nadie, aunque se vulneren todos los artículos de la Constitución. Él espera y, a última hora como ha comprobado, aplica el artículo 155 para deshacer el hechizo y acabar con el problema. Con relación al 155, el exministro de Asuntos Exteriores del PP José Manuel García-Margallo ha declarado que este artículo “se aplicó con enorme debilidad”, vamos que “se ha aplicado tarde”.

Este es un tema actual y muy reciente, aunque Iñigo Urkullu criticó, en su momento, a Puigdemont diciéndole lo que le repetían todos los españoles, que “no se puede gobernar un país vía internet y desde el extranjero”.  Y cuando el “lehendakari” dice esto, lo que realmente quiere expresarle al expresidente de la Generalitat convertido, al parecer, en la estrella de los carnavales de la ciudad belga de Alost, “que eres un ignorante, no sabes hacer las cosas y que servidor te va a enseñar cómo reaccionar y qué hacer para alcanzar la total autonomía y la posible independencia”.

Con todo el caos vivido con el independentismo catalán, el nacionalismo vasco pretende ahora nadar en aguas turbias para sacar tajada. Urkullu quiere tener su plan como lo tuvo Ibarretxe en su día, así permaneció, hasta ahora, agazapado esperando “mejores tiempos” para exigir al Estado español negociar de tu a tu para obtener un nuevo Estatuto donde exigir un aumento “cuantitativo  y cualitativo” de las competencias y una representación de Euskadi en la Unión Europea.

De lo que tampoco quiere hablar Rajoy es de la corrupción que asola y envuelve a su partido. Y lo novedoso en este tema es que Francisco Granados, principal imputado en el caso Púnica, está señalando a Esperanza Aguirre y a Cristina Cifuentes, que hasta ahora se han librado, pero se supone que serán próximamente imputadas, entre otras cosas, por la financiación ilegal del PP. Quién nos lo iba a decir. De Cifuentes no había dudado nunca pero de Esperanza Aguirre nunca me he fiado un pelo.

Bueno, estos son los silencios de Rajoy. Son muy expresivos y tan reveladores como sus palabras.

De todos modos, no se olviden de Gaza, Siria, Irak, Egipto (donde Al Sisi ha eliminado a la oposición), ni de  los miles de refugiados que vagan por aquí y por allá, con estos fríos, en busca de un mundo mejor.

Pensarán ustedes que la tengo tomada con Rajoy, que no hago más que reprocharle cosas y acciones o, lo que es peor, la falta de acciones y la desmesura, la tardanza y la pachorra con la cual se toma las cosas a la hora de tomar las decisiones. Pues sí. Sí porque me molestan los responsables que no plantean cara a sus responsabilidades, no

A ver, ¿cuál ha sido la reacción del presidente del Gobierno ante las amenazas y el desafío vertido por el “lehendakari” Iñigo Urkullu la semana pasada? Nada, no ha hecho ni dicho nada en absoluto. Y no es baladí ya que el PNV quiere elaborar, o mejor dicho, seguramente que ya ha elaborado, un nuevo Estatuto de Autonomía donde reclamar todo el poder competencial para el País Vasco, lo que vulneraría, seguramente, varios principios constitucionales. El señor Rajoy, preguntado por el alcance que el PNV pretende darle a esta modificación, que se supone radical, al Estatuto Vasco, contestó: “Yo no voy a estar en el derecho a decidir, como todo el mundo sabe”.

Efectivamente, todo el mundo sabe que Rajoy no decide nada, no aplica nada, no contradice a nadie, no negocia ni advierte a nadie, aunque se vulneren todos los artículos de la Constitución. Él espera y, a última hora como ha comprobado, aplica el artículo 155 para deshacer el hechizo y acabar con el problema. Con relación al 155, el exministro de Asuntos Exteriores del PP José Manuel García-Margallo ha declarado que este artículo “se aplicó con enorme debilidad”, vamos que “se ha aplicado tarde”.

Este es un tema actual y muy reciente, aunque Iñigo Urkullu criticó, en su momento, a Puigdemont diciéndole lo que le repetían todos los españoles, que “no se puede gobernar un país vía internet y desde el extranjero”.  Y cuando el “lehendakari” dice esto, lo que realmente quiere expresarle al expresidente de la Generalitat convertido, al parecer, en la estrella de los carnavales de la ciudad belga de Alost, “que eres un ignorante, no sabes hacer las cosas y que servidor te va a enseñar cómo reaccionar y qué hacer para alcanzar la total autonomía y la posible independencia”.

Con todo el caos vivido con el independentismo catalán, el nacionalismo vasco pretende ahora nadar en aguas turbias para sacar tajada. Urkullu quiere tener su plan como lo tuvo Ibarretxe en su día, así permaneció, hasta ahora, agazapado esperando “mejores tiempos” para exigir al Estado español negociar de tu a tu para obtener un nuevo Estatuto donde exigir un aumento “cuantitativo  y cualitativo” de las competencias y una representación de Euskadi en la Unión Europea.

De lo que tampoco quiere hablar Rajoy es de la corrupción que asola y envuelve a su partido. Y lo novedoso en este tema es que Francisco Granados, principal imputado en el caso Púnica, está señalando a Esperanza Aguirre y a Cristina Cifuentes, que hasta ahora se han librado, pero se supone que serán próximamente imputadas, entre otras cosas, por la financiación ilegal del PP. Quién nos lo iba a decir. De Cifuentes no había dudado nunca pero de Esperanza Aguirre nunca me he fiado un pelo.

Bueno, estos son los silencios de Rajoy. Son muy expresivos y tan reveladores como sus palabras.

De todos modos, no se olviden de Gaza, Siria, Irak, Egipto (donde Al Sisi ha eliminado a la oposición), ni de  los miles de refugiados que vagan por aquí y por allá, con estos fríos, en busca de un mundo mejor.

Pensarán ustedes que la tengo tomada con Rajoy, que no hago más que reprocharle cosas y acciones o, lo que es peor, la falta de acciones y la desmesura, la tardanza y la pachorra con la cual se toma las cosas a la hora de tomar las decisiones. Pues sí. Sí porque me molestan los responsables que no plantean cara a sus responsabilidades, no

A ver, ¿cuál ha sido la reacción del presidente del Gobierno ante las amenazas y el desafío vertido por el “lehendakari” Iñigo Urkullu la semana pasada? Nada, no ha hecho ni dicho nada en absoluto. Y no es baladí ya que el PNV quiere elaborar, o mejor dicho, seguramente que ya ha elaborado, un nuevo Estatuto de Autonomía donde reclamar todo el poder competencial para el País Vasco, lo que vulneraría, seguramente, varios principios constitucionales. El señor Rajoy, preguntado por el alcance que el PNV pretende darle a esta modificación, que se supone radical, al Estatuto Vasco, contestó: “Yo no voy a estar en el derecho a decidir, como todo el mundo sabe”.

Efectivamente, todo el mundo sabe que Rajoy no decide nada, no aplica nada, no contradice a nadie, no negocia ni advierte a nadie, aunque se vulneren todos los artículos de la Constitución. Él espera y, a última hora como ha comprobado, aplica el artículo 155 para deshacer el hechizo y acabar con el problema. Con relación al 155, el exministro de Asuntos Exteriores del PP José Manuel García-Margallo ha declarado que este artículo “se aplicó con enorme debilidad”, vamos que “se ha aplicado tarde”.

Este es un tema actual y muy reciente, aunque Iñigo Urkullu criticó, en su momento, a Puigdemont diciéndole lo que le repetían todos los españoles, que “no se puede gobernar un país vía internet y desde el extranjero”.  Y cuando el “lehendakari” dice esto, lo que realmente quiere expresarle al expresidente de la Generalitat convertido, al parecer, en la estrella de los carnavales de la ciudad belga de Alost, “que eres un ignorante, no sabes hacer las cosas y que servidor te va a enseñar cómo reaccionar y qué hacer para alcanzar la total autonomía y la posible independencia”.

Con todo el caos vivido con el independentismo catalán, el nacionalismo vasco pretende ahora nadar en aguas turbias para sacar tajada. Urkullu quiere tener su plan como lo tuvo Ibarretxe en su día, así permaneció, hasta ahora, agazapado esperando “mejores tiempos” para exigir al Estado español negociar de tu a tu para obtener un nuevo Estatuto donde exigir un aumento “cuantitativo  y cualitativo” de las competencias y una representación de Euskadi en la Unión Europea.

De lo que tampoco quiere hablar Rajoy es de la corrupción que asola y envuelve a su partido. Y lo novedoso en este tema es que Francisco Granados, principal imputado en el caso Púnica, está señalando a Esperanza Aguirre y a Cristina Cifuentes, que hasta ahora se han librado, pero se supone que serán próximamente imputadas, entre otras cosas, por la financiación ilegal del PP. Quién nos lo iba a decir. De Cifuentes no había dudado nunca pero de Esperanza Aguirre nunca me he fiado un pelo.

Bueno, estos son los silencios de Rajoy. Son muy expresivos y tan reveladores como sus palabras.

De todos modos, no se olviden de Gaza, Siria, Irak, Egipto (donde Al Sisi ha eliminado a la oposición), ni de  los miles de refugiados que vagan por aquí y por allá, con estos fríos, en busca de un mundo mejor.

Por fin ha llegado el invierno. El intenso frío y las nieves se han adelantado este invierno a las lluvias que aún escasean. Esperemos que en los próximos días el cielo sea más generoso con nosotros.  En  Marruecos, que sufren una de las peores sequías del último decenio, los imames de las mezquitas han pedido prerrogativas en nombre de Mohamed VI un viernes de estos últimos (allí todo se hace en nombre del rey), al igual que se sacan las vírgenes en procesión por aquí. Que Allah nos ampare y nos riegue tanto aquí como allá, a la espera de que las intensas nieves que nos han sorprendido sean el augurio de un año de bienes.

Por aquí, el 2017 ha sido el peor año de esta década aunque, como siempre, Rajoy, al igual que  Aznar, sigue repitiendo que “España va bien”. Con la aplicación del artículo 155 en el penoso caso de la independencia de Cataluña y las aspiraciones insistentes de Carles Puigdemont de acceder y gobernar  la Generalitat desde fuera de Cataluña e incluso desde fuera de España. A Rajoy no parece inquietarle el batacazo que se ha dado su partido en Cataluña, ni parece preocuparle lo que pasará en el futuro. Él sigue preocupado por otras cosas como por ejemplo impulsar un proyecto de ley para ampliar la aplicación a los delitos de ocultamiento de cadáveres, secuestro con asesinato y uso de compuestos químicos, que también son cosas importantes, pero creo que hay no cosas sino casos más urgentes que resolver pero que al parecer no preocupan a Rajoy.

Ciudadanos devorará al PP y se pondría casi a la par con el PSOE en una elecciones generales estimadas para el año en curso, según las estimaciones de JM&A. El reparto de escaños en el Congreso de los Diputados quedaría así: PP 106 (137 en junio de 2016), C´s 75 (32 anteriormente), PSOE 86 (85 en 2016), Unidos Podemos 56 (71 anteriormente), PNV 5 (5), PDeCAT 8 (8),… Así quedaría excluida una victoria por mayoría absoluta, como veníamos sufriendo desde el inicio de nuestra débil, gloriosa y hasta adorada Transición.

Pero, justo en estos momentos en que estoy redactado estas líneas, Metroscopia anuncia que C´s ganaría unas posibles elecciones generales que darían a Alberto Rivera como presidente del Gobierno. Pero no, no se asusten, esto no ha sucedido ni sucederá de momento. Son simples especulaciones y hay mucho en juego. Está la modificación de la Ley Electoral de la cual no quieren saber nada los partidos mayoritarios (PP  y PSOE), las pensiones y los fondos privados, la banca, el proceso de independencia de Cataluña,… y muchos más casos que preocupan a los ciudadanos.

De lo que Mariano Rajoy no quiere hablar es de la corrupción que asola su partido. Y está visto que el PSOE tampoco arranca para esclarecer sus casos. En este punto ambos partidos están de acuerdo. Son trapos sucios y basura que nadie quiere airear porque además de dar mala imagen, restan votos y dan mala fama.

Mariano Rajoy, como comentamos anteriormente, no está asustado ni preocupado. No lo está porque la justicia española es lenta, muy lenta y cuando quiera dar soluciones a los casos que tiene entre las manos, él sabe a ciencia cierta que personalmente no estará al frente del partido y que no tendrá responsabilidades a pesar de que Correa o El Bigotes quieran tirar de la manta, fundamentalmente para esclarecer la doble financiación del Partido Popular.

Rajoy se preocupa por el hoy; por salvar el pellejo y que nada le salpique, como buen gallego como ejerce. Eso ha demostrado desde que heredó la presidencia de manos de Aznar.

De todos modos, no se olviden de Gaza, Siria, Irak, Egipto, ni de  los miles de refugiados que vagan por aquí y por allá con estos fríos en busca de un mundo mejor.