Incongruencias en la primavera marroquí 1

El pasado 20 de febrero, Marruecos celebró el séptimo aniversario de un gran acontecimiento social, el nacimiento y fundación del movimiento reivindicativo que lleva el mismo nombre, “Movimiento 20 de febrero”, inicio de la mecha de la primavera árabe en Marruecos, exigiendo democracia y justicia social.

Las calles de las ciudades más importantes del país conocieron manifestaciones y protestas,  pidiendo reformar la Constitución, acabar con la corrupción y el paro y la dimisión del Gobierno, entre otras cosas. Se corearon insignias como “libertad, dignidad y justicia” y “el rey debe reinar y no gobernar”.

Para calmar y apaciguar los ánimos, el Gobierno duplica el presupuesto de la Cámara de Compensación que subvenciona los productos alimenticios de primera necesidad, la misma Cámara que, siete años después, el Gobierno está pensando eliminar porque se dice que beneficia casi exclusivamente a los más ricos del país y no a las familias más humildes y necesitadas.

El 9 de marzo de 2011, dándose por enterado y para acallar su conciencia, Mohamed VI anunció grandes cambios y reformas en la Carta Magna, reformas que él mismo presentó, tres meses después, en un discurso emitido a través de los medios oficiales de difusión. La reforma, alabada por los partidos mayoritarios y oficialistas, no agradó a los jóvenes del “Movimiento 20 de febrero” ni a los críticos con el sistema que consideraron que  la comisión que se constituyó para llevar a cabo la reforma fue constituida por el monarca y que no guardaba la legitimidad popular, por lo cual se convocó una manifestación justo al día siguiente del discurso para presentar su disconformidad por una reforma irrisoria e insuficiente.

Ahora, siete años después, las cosas no han mejorado en Marruecos. Se sigue reivindicando justicia social, democracia y libertad, sobre todo después de los acontecimientos que conoció el país en el último año: las protestas pacíficas del Rif que han derivado en reclamaciones prohibidas y violentadas por la presencia de las fuerzas del orden y dignas, según las autoridades, de los más altos castigos. Éstas han llevado al encarcelamiento incluso de menores y a privar de libertad a más de quinientas personas, muchas de ellas todavía en proceso de juicio, cuando se pedía justicia tras el asesinato, triturado en un camión de basura, del pescadero Muhsin Fikri y se  reclamaba la realización de las infraestructuras programadas en Alhucemas dentro de un plan de desarrollo de la zona y se pedían mejoras económicas y sociales (una universidad y un hospital oncológico en la zona más propensa en Marruecos de esta enfermedad, debido a los bombardeos con gas mostaza realizados por España en los años veinte del siglo pasado para acabar con la Guerra del Rif.

Si el affaire del Rif, de la cual se sigue pidiendo la libertad de sus presos tanto en el interior como en el exterior del país y ha costado el despido y sustitución de cuatro ministros, no se ha gestionado adecuadamente, como se comenta a bombo y platillo, porque los consejeros reales asesoran indebidamente al monarca, la crisis de Jerada, antiguamente ciudad minera, donde han fallecido dos hermanos por buscarse la vida e intentar obtener carbón de una mina cerrada, para ponerlo a la venta y alimentar a sus hijos, no es precisamente una panacea. Estos días de atrás se ha observado la llegada a la pequeña ciudad de grandes contingentes de gendarmes, policías y fuerzas auxiliares y no precisamente para tomar un té con hierbabuena. Y todo eso después de que el Wali o Gobernador General de la zona había llegado a un acuerdo con los manifestantes,  presentado soluciones momentáneas para terminar con la represión que dura ya varias semanas.

Si a la primavera marroquí le ha mirado un tuerto, qué está pasando en el resto de países árabes a los que creo, ha mirado realmente un ciego. Si empezamos por Egipto, uno de los primeros y principales países donde se extendió la primavera árabe, resulta que el dictador militarista Al Sisi, ha acabado últimamente con toda la posible oposición que le podría hacer sombra en las próximas elecciones generales. Y de los demás qué decir. Miren a Siria, Irak, Libia, Túnez y Argelia,… no se salva ninguno y en cada cual la situación es peor.

Por ello les imploro que no se olviden de ninguno de ellos, ni tampoco de los miles de ilusos que se encuentran en el sur de las fronteras europeas, intentando dar un salto a un hipotético paraíso.

 

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