Incongruencias en la primavera marroquí 2
En pleno aniversario del 20 de febrero, que no ha tenido mucho eco a nivel social ni éxito a nivel informativo, y justo cuando el movimiento parece estar más que desaparecido y fuera de combate, el rey Mohamed VI dirige una carta a los participantes en el tercer encuentro parlamentario de justicia social. En ella, el monarca hace un llamamiento al diálogo nacional en un momento crucial, el aniversario de la movilización y de las protestas populares más grandes y graves de los últimos tiempos en Marruecos, el aniversario del nacimiento del “Movimiento 20 de febrero”.
El Rey, entre que se rumoreaba estaba de viaje y/o que se estaba sometiendo a una operación quirúrgica en París, envía a uno de sus consejeros para leer un comunicado a la cámara baja. Mohamed VI exhorta a los responsables políticos, económicos y sociales participantes para conseguir una plena justicia social, dentro de un nuevo modelo de desarrollo planteado por una juventud creativa, talentosa, imaginativa, intuitiva e innovadora, mientras las fuerzas políticas, administrativas y económicas no han sabido acompañar esta puesta al día, como siempre.
El modelo de desarrollo vigente en Marruecos, dice en monarca, no se adapta a las necesidades económicas y sociales de la población, por lo que hay que actualizarlo y adaptarlo, dentro de una nueva perspectiva y dentro de un modelo político, económico y social con una perspectiva de gobernanza centralizada como territorial. La verdad es que me gustaría saber si alguien en el hemiciclo entendió de qué iba el mansaje. Lo dudo mucho.
Por otro lado, algo no funciona bien en un país donde seis partidos políticos, de entre algo más de treinta que se presentaron en los últimos comicios, tienen que unirse casi diez meses después de la formación de la coalición que constituyó el Gobierno para firmar un pacto de la mayoría gobernante. Recordemos cómo se ha formado el presente Gobierno después de las elecciones generales de ese 7 de octubre de 2016, ganadas por segunda vez por el partido islamista moderado Justicia y Desarrollo. El Rey pidió entonces a Abdel Ilah Benkiran formar su segundo Gobierno, pero por las trabas tejidas por sus socios en el anterior Gobierno y por la oposición de sus mismos compañeros de partido, Benkiran no pudo llegar a un acuerdo en los casi seis meses siguientes a la celebración de las elecciones. Mientras tanto, empujado por Palacio, otro amigo del rey tejía y trasegaba, de muy mala manera, oponiéndose a lo que fuera para crear mal ambiente y no dejar que el Gobierno pueda formarse. Se trataba de Aziz Ajanouch, el mandatario de otro partido oficialista, la Agrupación Nacional de Independientes, en lo que se consideró el mayor bloqueo a un Gobierno conocido en Marruecos desde su independencia. La segunda y única opción para salir de la crisis, era que el Gobierno lo presidiera el segundo de a bordo del partido Justicia y Desarrollo, el psiquiatra Saad Eddin El Otmani a quien se reconocía algo de lucidez, y así sucedió.
Ajanouch, cercano a Palacio, como lo fueron, en otros tiempo, hombres como Afkir y Basri(*), se distingue de ambos por poseer una gran fortuna. Ha accedido a formar parte del Gobierno para preservar intereses ocultos, bien netos y claros. Ha estado, desde que se hicieron públicos los resultados de las elecciones, maquinando a espaldas de todos, tanto a nivel del equipo ejecutivo como a nivel del legislativo, dificultando las tareas de unos como de otros, dificultades a las cuales si agregamos las salidas de tono que venía teniendo, en los últimos meses, el ex presidente del Gobierno Benkiran, tenemos crisis segura.
Bueno, ahora resulta que diez meses después de formar Gobierno, la coalición de partidos que lo forman se sientan para firmar un pacto de gobernabilidad para cerrar la crisis que alimentó especialmente el anterior jefe de Gobierno Benkiran, después de criticar a los responsables de los partidos de la coalición, y verdaderamente, razón no le faltaba.
Bueno, pero no se olviden de Gaza, Siria, Irak, Egipto ni de los miles de ciudadanos que vagan por aquí y por allá en busca de paz y estabilidad.
(*) El general Afkir y el ministro de Interior e Información Dris Basri, fueron ambos la mano derecha de Hassan II en épocas diferentes y ambos tuvieron un final drástico y casi violento. El primero se dice que fue asesinado por el propio monarca, mientras el segundo ha sido relegado y despedido por Mohamed VI tras la muerte de Hassan II.