En Marruecos las preocupaciones son otras. Al boicot comenzado ya hace más de un mes a tres empresas líderes en el mercado: leche Centrale, filial de Danone y propiedad de una empresa francesa, aguas de Sidi Ali del grupo Oulmes, propiedad de la familia de la presidenta de los empresarios Meriem Bensaleh y la cadena de estaciones Afriquia, propiedad del ministro de Agricultura y Pesca, amigo del Rey, presidente del partido Agrupación Nacional de Independientes y, para colmo, el hombre más rico del país. A estos tres productos, cuyo boicot comenzó el 20 de abril, se ha añadido el elemento más básico de la alimentación en Marruecos, la sardina, ya que los intermediarios elevaron su precio hasta 30 dírhams, coincidiendo con el mes de Ramadán, en que los marroquíes gastan más parné en su nutrición. Esto no es todo, a esta lista hay que agregarle la cadena de televisión 2M, el programa musical Mawazin y más cosas que se le ocurren a los jóvenes internautas y que publican en las plataformas sociales y en sus whatsappes.
Se desconoce cómo se inició el boicot y quienes lo han impulsado, pero el llamamiento se ha producido por el alza de los precios, el monopolio que ejercen éstas y otras empresas y por la falta de competitividad que existe en el mercado donde todo el mundo se ha impuesto ganar dinero sin mesura.
Las empresas afectadas no informan de las repercusiones sobre sus beneficios, pero se sabe que las acciones de Centrale y Afriquia, han descendido alrededor de un 6 % en Bolsa en la primera semana del boicot. Por otro lado, muchos clientes de las cafeterías del país, piden normalmente que no se les sirva agua de Sidi Alí. Un directivo de Danone tachó de “traidores a la patria” a quienes apoyan el boicot y el ministro de Economía, Mohamed Boussaid, perteneciente al ANI, llamó “enajenados” a los impulsores del mismo.
Pero vayamos por partes, el presidente francés ha manifestado su preocupación por el tratamiento del que podrían ser objeto las empresas francesas en Marruecos, sobre todo al ser desplazada Francia, precisamente por España, que ha duplicado sus exportaciones al país vecino en los últimos años.
En la población de Tarmilat (zona del pequeño Atlas) donde se encuentra la fuente de Sidi Alí, la población sufre cortes de agua. Resulta que hay que buscar agua a 70 metros de profundidad y no a 30 metros, como hace tan pocos años. Los habitantes de la zona dicen que hay una sobre explotación de los recursos tanto de Sidi Alí como de Oulmes, aguas minerales sin y con gas respectivamente, ambas propiedad de Meriem Bensaleh, presidenta de la patronal empresarial. En las redes sociales circula un tweet en el que Bensaleh se queja de que la tienen envidia porque vende el agua de una fuente a 6 dirhams y porque gana dinero sin trabajar. Ellos aseguran no haber subido los precios y que la subida se debe al aumento que han sufrido ciertos impuestos.
Aziz Ajanouch, el hombre más rico de Marruecos, ministro de Agricultura y Pesca y propietario de la cadena Afriquia, no tiene buena prensa en el país. A él se debió el retraso en la formación del actual Gobierno (ver lo que hemos escrito sobre él en el artículo Gobernanza e ignorancia, publicado el 16 de noviembre 2016 de este blog). Se ha convertido en el hombre más fuerte del reino, se está tomando responsabilidades que no le corresponden y muchas cosas más. Entre los temas que trataremos en el próximo artículo está la censura que conoce cierta prensa libre en Marruecos y esencialmente del encarcelamiento de Tawfik Buichrin, director de Ajbar Al Yaum y de Alyaoum24, tercer diario más leído del país, aunque se comente que se inclina hacia el PJD, actualmente en el Gobierno.
Ahora que en Jordania, el Jefe del Gobierno se vio obligado a presentar su dimisión debido a las manifestaciones, concentraciones y protestas habidas a raíz de las subidas que han experimentado los productos alimenticios básicos, el jefe del Gobierno islamista del PJD podría reflexionar sobre su cometido y tomar ejemplo.
Bueno, pero no se olviden de Gaza, Egipto, Siria, Irak, ni de los miles de refugiados entre los cuales se encuentran los 13.000 sirios que Rajoy prometió recoger en España y que siguen agazapados en no se sabe qué rincón del mundo.