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Archivos Mensuales: julio 2019

Se acuerdan ustedes de Muhammad Mursi, el único presidente de la era moderna de Egipto elegido democráticamente en las urnas y que fue derrocado por un golpe de Estado, poco tiempo después, golpe militar llevado a cabo por el actual mandatario Abdelfattah Al Sisi. Pues Mursi, de 67 años, ha fallecido durante una vista del proceso que lo juzgaba por espionaje para Hamas, la milicia islamista de Palestina. En su día fue condenado a veinte años de prisión

Pobre Egipto. De la cuna del saber, de la cultura y del arte, al campamento de los coroneles y generales de turno.

Mursi, encarcelado en la prisión del Escorpión en el sur de El Cairo, en confinamiento solitario durante 23 horas al día, obligado a dormir sobre suelo de cemento, recibía comida enlatada y en ocasiones hasta podrida. Solo ha visto a sus familiares una vez en los tres años que lleva preso. Tratamiento médico inadecuado. Padecía de diabetes y presión arterial alta. Tenía pérdida de visión en el ojo izquierdo por la falta de insulina, lesiones en el cuello y columna vertebral como resultado de dormir en el suelo, cosa que puede declararse como maltrato y un atentado contra los derechos humanos más simples.

Mursi había sido seleccionado por sus camaradas los hermanos musulmanes, para ser presidente en un país convulso y agitado en 2012. Al ser elegido presidente en unas elecciones democráticas que no habían tenido parangón, nombró como ministro de Defensa a Al Sisi, un general en quien depositó su confianza y le salió rana. Son las cosas de la vida.

A la ex alcaldesa de Madrid Manuela Carmena se la puede querer, apreciar, respetar, odiar y hasta pasar de ella; pero hay cosas de las que ha hecho, ocupando su cargo, por las que por lo menos se merece un respeto.

Se puede estar o no de acuerdo por implantar los presupuestos participativos, crear la Oficina de Derechos Humanos y Memoria, por la ampliación de las aceras de la Gran Vía madrileña, reduciendo dos carriles para el tráfico automovilístico, pero no se puede negar que ha puesto algo de cordura en el tráfico rodado por el centro de Madrid al descongestionar y si no eliminar, reducir los muchos humos que se respiraban en la capital. Pero resulta que ninguna de estas cosas le han parecido adecuadas al equipo del nuevo alcalde y más aún, no saben qué hacer con la moratoria de las multas del Madrid Central. Son cosas de la vida igualmente.

La fuga de cerebros y talentos ha llegado también a Marruecos y de un modo exagerado. La prensa recoge la salida en 2018 de 8.000 administrativos y profesionales, 1.200 empresarios y financieros, 600 ingenieros y 630 médicos. En total 10.430 profesionales de alto nivel que se han unido a los cinco millones de marroquíes que se encuentran esparcidos por el mundo, según la Organización Mundial para las Migraciones. La meta de estos profesionales ha sido Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea. Se cuenta que el 78% de los marroquíes que se encuentran repartidos en cien países a lo largo del planeta se han nacionalizado en los países de acogida y lo que es peor es que se cuenta que el 70% de los marroquíes quieren abandonar el país para irse al extranjero.

Opino que si estos emigrantes fueran políticos, parlamentarios, concejales, miembros de los partidos políticos que tanto mandan y manejan los hilos de cualquier cosa que se mueva en el país, la mayoría de los marroquíes que estamos en el extranjero y hemos emigrado por motivos económicos, por la desconfianza o porque no quisimos en su día que nos manejen los corruptos, volveríamos encantados a nuestro país de origen.  Estas son también cosas de la vida.

Pero no se olviden de Gaza, Egipto, Siria, Irak, ni los cientos de refugiados e inmigrantes que se encuentran agazapados en los miles de rincones del mundo, a la espera una oportunidad para ser ciudadanos libres en una comunidad libre y democrática.