Últimamente las cosas se han disparatado enormemente. Después de lo que nos han costado los acuerdos para la gobernabilidad y los esfuerzos e intentos para formar Gobierno, resulta que la hemos cagado, con todas las consecuencias, en un montón de temas que nos han debilitado dejándonos como una fregona, abatidos, preocupados y sin aliento ni sentido.
Porque qué sentido tiene, a estas alturas, que nos vayamos a plantear, preguntar e investigar lo del pin parental. Cómo es que en estos momentos nos preguntemos de quién son nuestros hijos, quién puede elegir cómo tienen que ser, qué deben pensar, cómo tienen que vivir, crecer, desarrollarse y, en definitiva, quién debe elegir su educación y formación. A caso no lo sabemos. Me parece una memez y una pérdida de tiempo, además de un proyecto muy de futuro y a largo plazo, que quizás se lo plantee la humanidad dentro de aproximadamente doscientos o trescientos años, cuando su vida esté controlada, planificada y dirigida por no se sabe quién.
El acierto ha sido que el presidente del Parlament de Catalunya, Roger Torrent (ERC), le retire a Quim Torra (ERC), presidente de la Generalitat, su acta de diputado ejecutando la orden de la Junta Electoral, ante el riesgo de incurrir él mismo en un delito de desobediencia.
La pérdida, en estas circunstancias, ha sido para la coalición JxCat-ERC que compartían Gobierno, coalición que se ha visto rota por las circunstancias que llevarán a la convocatoria de nuevas elecciones.
De todas las maneras y de un modo global, nuestros políticos, sean de la tendencia o del partido que sean, han dado últimamente demostración más que palpable de su incompetencia al no estar a la altura de las dificultades y circunstancias del momento, y no me atrevo a volver a pensar que “cualquier tiempo pasado fue mejor” porque podría no ser cierto.
Por otro lado y fuera de nuestras lindes, el acuerdo de paz (Acuerdo del Siglo como se le conoce en la prensa árabe), del que presumen Donald Trump y Benjamín Netanyahu referente a la anexión de la ciudad de Jerusalén a Israel, es una ocupación en toda la regla y una violación flagrante del derecho internacional, que todos los anteriores presidentes de Israel anhelaron y soñaron conseguir algún día.
Pero vayamos por partes y veamos qué reacciones y comentarios ha producido este lamentable hecho, esencialmente a nivel árabe. El mal llamado “problema palestino” fue creado por Gran Bretaña en 1947 al retirar sus fuerzas de Tierra Santa, entregándosela a las facciones sionistas de la época que se unieron para crear el ejército israelí, ocupando paulatinamente el territorio de Palestina. Si los dominios del territorio eran 90 a 10 por ciento a favor de Palestina, se le han dado la vuelta a estos porcentajes para situarse al 90% a favor de Israel en la actualidad.
Pero árabes (musulmanes) e israelíes (judíos) eran cohabitantes de una tierra sagrada que, entre todos, prometieron cuidar; pero eso es la teoría. En la práctica, vemos que después de 72 años (desde que se fundó Israel en 1948 hasta hoy día), el problema palestino conoció infinidad de resoluciones: las derrotas, éxitos, movilizaciones y acuerdos, entre otros, de 1967, 1973, 1987, 1991, 1993, 1995, 1998, 1999, para terminar en el año 2000 con el acuerdo de Camp Davis discutido entre el presidente estadounidense Bill Clinton, el primer ministro israelí Ehud Barak y el entonces representante de la Autoridad Palestina Yasser Arafat, que se resistió a firmar el gran engaño.
Veinte años después, Estados Unidos, bajo el mandato del peor presidente de su corta historia, decide apoyar a Israel para hacerse dueña de Jerusalén convirtiéndola en su capital , además de cerrar las puertas ante el regreso a su territorio a todos los refugiados palestinos.
En el mundo árabe se barajan las decisiones tanto a favor como en contra, además de los países que han preferido el silencio. Entre los primeros se encuentran los aliados incondicionales de Estados Unidos como Arabia Saudí, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Ammán y Bahréin. Los que afirmaron su tajante desacuerdo son Irán y Turquía con la resistencia de Yemen y Jordania, mientras Marruecos, Qatar y otros se lo están todavía pensando.
Así son las cosas y no nos sorprenden las reacciones de unos y otros. Los árabes y musulmanes de una y otra zona siguen sin tener las ideas claras y así les va. Pero de todas las maneras, no se olviden de Siria, Irak, Egipto ni de los miles de refugiados que vagan por las tierras de Allah en espera de encontrar algún día donde reposar sus caderas.