Resistiré, es la canción de moda, una sintonía que se ha convertido en el himno de la resistencia frente al Coronavirus en la España del 2020. Pero Resistiré nació en 1988 como un mensaje de esperanza que un hijo le escribió a su padre, en prisión y con una condena a muerte, por haber estado en el bando que perdió la guerra civil. La canción es del letrista (escribió 1.300 canciones) y periodista deportivo Carlos Toro Montoro y el Dúo Dinámico la convirtió en un gran éxito. El padre, a quien iba dirigido el mensaje, era Carlos Toro Gallego, militante del Partido Comunista cuya mujer luchó hasta que logró permutar la condena a muerte por 19 años de prisión.
Resistiré nos ha conmovido. Todas las tardes, a las ocho en punto, la tarareamos desde el balcón, homenajeando a las personas del servicio público que lo están dando todo por nosotros. Médicos, enfermeros, auxiliares, limpiadores, policías, bomberos, todos de ambos sexos están sufriendo y luchando para que nosotros salgamos bien parados. Al mismo tiempo, con Resistiré luchamos todos, nos enfrentamos a nuestros egos, bajezas, cabreos, desdenes, miedos, tristezas y soledades. Con ella de escudo, nos podremos enfrentar a todo.
Dicen los expertos que la presente pandemia va a cambiar muchas cosas. Dicen que cambiaremos nosotros, cambiará nuestra suerte, nuestra vida, nuestras relaciones, nuestra visión de las cosas, nuestra configuración y no sé qué más. Cambiaremos vale, para bien o para mal y en qué sentido. El mismo Henry Kissinger, en plan pesimista, ha declarado que las consecuencias del Coronavirus van a durar varias generaciones y que el sistema mundial cambiará para siempre.
Durante este último mes hemos visto cosas muy curiosas. De entrada han circulado varias teorías que pretenden señalar qué o quién es el responsable del Covid-19. Se dice que pudo ser una conspiración china, conspiración griega contra la economía china, epidemia ideada por el capitalismo para matar a los viejos, virus creado para vender medicinas y hasta que es la maldición de las décadas terminadas en 20 (1.320, 1.520, 1.920, 2020).
Del mercado han desaparecido algunos productos que podríamos considerar importantes para resistir al coronavirus. No encontramos alcohol, gel desinfectante, mascarillas, guantes, el papel higiénico, etc. Éstos se han convertido en mercancías de lujo, tan codiciadas que sólo circulaban bajo cuerda y se traficaba con ellas, como con las armas, las drogas, los seres humanos. Eran y son productos de mucho valor que se podrían cotizar en el mercado bursátil. Como ejemplo, el 7 de abril busqué en la red mascarillas y realmente las encontré, en paquetes de diez unidades a 15,95 €, con envío gratis, pero con la fecha de entrega entre el 20 de mayo y el 10 de junio. Encontré máscaras de filtración a 29,99 € la unidad y la fecha de envío, nada segura, pero se anunciaba en 24/48 h. Los guantes de vinilo tenían un precio entre 13,63 y 18,17 € pero la fecha de entrega se calculaba entre el 28 de abril y el 13 de mayo. O sea que ídem de ídem.
Otra cosa que llamó mi atención ha sido el IVA que se aplica a ciertos productos. Dato en el cual normalmente no suele uno fijarse. Pues sorpréndanse, al papel higiénico se la aplica un IVA del 21 %, como a la cerveza, el vino y demás. A ciertos panes (de molde, hogaza, multicereal, de torrijas) se les aplica el 10 % y tan solo a la barra de pan de siempre el impuesto es del 4 %. En general a la mayoría de los productos, aunque fuesen de primera necesidad, se le aplica el 10 %.
De las cosas tan curiosas de que hablé más arriba, puedo referirme a la mascarilla que se ha fabricado un paisano con la cáscara de media naranja. Considero que es una genialidad aunque no proteja mucho. Y como tiempo nos sobre, alguien comentó que en vez de poner los garbanzos en remojo, para prepararse un rico cocido, los va pelando de uno en uno. Se anuncia también que es el momento preciso para recuperar Gibraltar ya que el corona-escéptico de Boris Johnson (como lo define mi amigo Lorenzo Silva), se encuentra ingresado con el coronavirus, el Príncipe Harry exiliado está y la Reina Isabel II se encuentra confinada. O sea que no hay resistencia ni quien pueda protestar.
Bueno, personalmente y como cualquier hijo de vecino, resistiré. Resistiré, para seguir viviendo, como en la canción que seguiré tarareando hasta el final. Todo sin olvidarme, y ustedes tampoco deben hacerlo, de Gaza, Siria, Irak, Egipto, ni de los miles de refugiados agazapados en cualquier rincón del mundo.