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Archivos Mensuales: diciembre 2020

Servidor no es precisamente lo que se puede llamar un buen aficionado al fútbol. No soy forofo de ningún equipo, ni me rasgo las vestiduras todos los fines de semana ante lo que mi equipo pueda o no hacer. Yo, por decir algo, decía que “era del Betis manque pierda” o me  hacía seguidor del Rayo Vallecano, allá en los años setenta y ochenta, antes de que los flanes “Dulh” pasasen a formar parte de la familia del equipo, o sea antes de que fuera adquirido por el grupo de la abeja amarilla y de “¡que te pego leche!”.

No habré sido muy seguidor del deporte nacional, pero me he pataleado decenas de campos de fútbol todos los fines de semana, acompañando a mi hijo, desde que era benjamín hasta que se aseguró de que este deporte no le iba a hacer rico ya de juvenil. Han sido más de diez años en que teníamos, toda la familia, hipotecados los fines de semana: los sábados fútbol y los domingos carreras. Muchas medallas no ganaba en el primero, pero sí merecía la pena y el sacrificio verle participar y correr, como un rayo, subiendo al final al podio para recoger su placa o su copa de ganador en el segundo.

La verdad es que últimamente he utilizado el fútbol como un medio de relajación y escape. Elegía, casi todos los fines de semana, un partido, que pienso puede ser interesante y que puede dar juego y me buscaba un rincón en las cafeterías del barrio para evadirme un rato. Y casi siempre solía ser la misma cafetería, por afinidad, cariño o por costumbre.

Celta – Madrid. El Madrid gana en Balaidos con dos goles, el primero de penalti marcado por Van Nistelrooy y el segundo de un cabezazo de  Robinho en el minuto 83, después del empate que había marcado Ángel de un pase de Nené.  

En el minuto 8 de la segunda parte sustituyen a Raúl por Robinho y después a Emerson por Gago y a Mejía por Salgado.

Robinho que acaba de marcar el 2º gol del Madrid, por suerte, se quita la camiseta y lo celebra           al aire. Es su tercer gol en el liga, ahora sólo le quedan dos meses para que termine, o sea casi le queda un suspiro.

“Los contrarios no son mancos”, comenta un espectador detrás de mí. El Madrid parece que juega con un globo en vez de con un balón reglamentario. Y para colmo, los dos presidentes sentados juntos en el palco, meditabundos, el uno mirando a la diestra y el otro inclinado a la siniestra. Jamás entenderé la reacción, dominio, control y desparpajo de los presidentes de los clubs, sentados el uno junto al otro, y esperando vencer al de al lado. Hay que tener mucho desplante, mucha cara. 

“Menuda cara dura”, afirma otro espectador. “Qué suerte tiene por llevarse el balón hasta el otro extremo”. Y así ha sido.

Zorros y viejos (con 30 tacos) se enfrentan a una pandilla de jóvenes, fuertes y dinámicos, en muchos casos inexpertos. Con mejor condición física y normalmente con peor fichaje.

Yo siempre he pensado que para el dinero que ganan los anfitriones, tendrían que salir al campo a comerse la hierba o a hacérsela comer al contrario, en el buen sentido. Siempre lo creí y lo pienso a ciencia cierta. 

Astros del fútbol que se caen sin que nadie les toque, como la caída de Guti en toda el área contraria en el minuto 90, queriendo provocar un penalti que no existía. Muy bueno el árbitro allí por expulsarle. Lo siento mucho por mis paisanos aficionados al Madrid y en general a la liga española, pero creo que me van a dar ustedes la razón.

Verdaderamente no sé a qué temporada pertenecen los comentarios anteriores, pero intuyo que se refieren a varios años atrás. De todas las maneras, da igual. Así se repiten todas las semanas una tras otra. Ellos, los futbolistas, no se cansan porque salen a ganarse la vida y, menuda vida llevan algunos; y los aficionados de verdad, se divierten olvidando las fatigas, las penas, alejando los males pensamientos y dejando las miserias aparcadas en casa, acompañando a la mujer. Pobres mujeres siempre cargando con lo peor.

Durante muchas décadas, tanto aquí como en otros muchos lugares, países y territorios, el fútbol era un come cocos. Era una recomendación y casi una imposición nacional, dirigida al pueblo llano para, de una manera indirecta, hacerle pensar en las jugadas, las alineaciones, las faltas, los penaltis y por fin en los goles de su equipo preferido y del contrario. Las autoridades pensaban y todavía piensan algunas, que más vale que el ciudadano se distraiga y piense en eso todo el fin de semana para comentarlo el lunes con los amigos y compañeros. Con tantas ligas, leguillas, copas, torneos y campeonatos, resulta que ahora hay fútbol de primera, segunda o tercera casi todos los días de la semana, de lunes a domingo y de enero a diciembre, exceptuando el día de Noche Buena, porque no estoy seguro de que se libre el día de Navidad. Menos mal que seguro que hay un día libre.

Eso, que el pueblo llano piense en el fútbol, se divierta, sea feliz y dichoso. Es mejor eso que otra cosa. Porque la otra cosa da dolor de cabeza. Jaquecas y hasta migrañas dan la política, la economía, los valores, la rectitud, la ética y demás cosas serias. Por ello es mejor no preocuparse y vivir tranquilos, sin complicaciones.

Esto es, miren ustedes, las cosas serias pueden hacer enfadar al ciudadano y más vale que no se enfade,… ¿para qué? Si se enfada y cabrea, será mejor que lo haga con y contra el equipo contrario o, en el peor de los casos, con y contra su propio equipo que no le ha dejado satisfecho y no con quien le ha robado, mentido, sisado, engañado y tomado el pelo.

Porque señores míos, nuestros políticos, economistas, representantes y todos estos y esos que dicen que trabajan para nosotros, resulta que no lo hacen y ni se molestan. Trabajan para ellos y por ellos. A nosotros sólo nos roban, mienten, sisan, engañan y toman el pelo

Bueno, mejor será que piense en el fútbol, en el próximo partido que voy a ver, antes de que empiece a enfadarme. Sí, será mejor, las consecuencias luego pueden ser nefastas.

Actualmente el fútbol ya no tiene ni gracia para mí. Se juegan partidos a las dos y a las cuatro de la tarde, además de por la mañana. Últimamente no he visto ningún partido, o mejor ya ni me acuerdo cuando vi el último, ni quien jugaba ni a qué hora era. Perdí la cuenta y no me importa, no soy muy forofo y realmente no tengo equipo a quien adorar.

Además, ahora con la pandemia del coronavirus, el confinamiento, las cuarentenas y demás, sí que se han hecho las cosas difíciles. No hay gente en los campos, no se puede uno ir al bar de la esquina a disfrutar de un buen partido, criticar, opinar, blasfemar ni nada. El futbol ya no tiene gracias. Tampoco la tiene el baloncesto y creo que sólo queda el tenis, pero si no juega Nadal, tampoco tiene gracia.

Lo que personalmente he descubierto últimamente es el fútbol femenino. Según los expertos se le presagia un buen futuro. Bueno, pues resulta que ya se han celebrado los IV Premios  de Fútbol Femenino de la temporada 2019/2020, lo ha hecho el diario Marca, y yo sin enterarme. He investigado un poco y me he quedado maravillado. Resulta que casi todos los equipos del país tienen su equipo femenino y la liga se llama Primera Iberdrola. Resulta que hay liga y equipo de selección nacional y las responsables principales son  María Tato, directora de Fútbol Femenino de la RFEF y Laura Gil, representando al principal patrocinador de la liga femenina que es Iberdrola. Me tengo que enterar para poder ver, aunque fuera tan sólo por curiosidad, algún partido y espero distraerme, salir un poco de este agobio y divertirme. Ya les contaré en otra ocasión la experiencia, que seguro me hará olvidar los tejemanejes de la política y de los políticos.

Pero no se olviden de Gaza, Siria, Irak, Egipto, Yemen, ni de los cientos de miles de refugiados que agazapados buscan paz y sosiego.