Es inconcebible, no lo entiendo. Quizás ustedes que están leyendo mi asombro puedan explicarlo y encontrarle un porqué lógico, que podamos entender los ciudadanos de a pie.
En mi casa, y me imagino que en todas, incluidas en las de ustedes, estamos locos por atinar a la hora de poner la lavadora y el friegaplatos. Ahora no porque estamos en el tramo más caro. Ahora tampoco porque es el tramo medio, pero te clavan. Sí, sí, hay que esperar a la hora de dormir. Hay que esperar hasta las doce en punto de la noche para arrancar con ambos electrodomésticos, que si no, es la ruina, me dicen.
Sí, así estoy yo, que con el calor que hace y las horas que tenemos en funcionamiento esos ambos dos aparatos, no me puedo dormir. Cuando cojo la cama a las dos de la madrugada ya pasadas, me desvelo y luego me dan las tantas. No pasa nada porque estamos en el tramo más económico.
Oiga, esto antes no pasaba. Con las velas y los candelabros, que encendíamos tan sólo cuando hacían falta, vivíamos más felices, lejos de estos nervios y este estrés de ahora, incluso aguantando el olor del petróleo y esa peste tan particular y única tan molesta que se respira al apagar tanto unas como los otros. No sé qué pensarán ustedes, si es que han vivido ese momento, pero yo digo y afirmo que vivan las velas.
Bueno, ya saben ustedes de qué va el rollo, mi rollo, el rollo que no entiendo. Y la culpa ¿de quién es? Del Gobierno claro, ¿de quién va a ser?,… Pues también de la oposición, que allí están tan guapos, tan sexis, pero tampoco hacen nada.
Petrificados todos, Gobierno y oposición ante la última noticia. Vale, pero ellos ya la sabían porque lo saben todo, incluso antes de que suceda porque son más inteligentes y no sé qué cosas más tienen. Sabían seguramente que las tres empresas eléctricas del país, Endesa, Iberdrola y Naturgy, han aumentado su beneficio en los seis meses que llevamos de año un 6 % con relación al mismo tiempo del año pasado.
Pero miren ustedes, eso no es todo. Resulta que estas tres (no sé cómo llamarlas), han acumulado entre todas un beneficio de 3,233 millones de euros es este periodo, 195 millones de euros más que el mismo periodo del año pasado. ¿Entienden ustedes ahora mi asombro y mi congoja?
La pregunta que hay que plantearse pues es: ¿por qué el Gobierno y la oposición (que se supone están para algo) no ponen fin a estas subidas extrañas que empobrecen más al más pobre y enriquecen más al más rico? A mí que me lo expliquen. Luego dicen. Y lo peor es que con la que está atravesando el país, un alto ejecutivo de alguna de ellas, quiso subirse el sueldo para igualárselo al de una empresa del sector pero en otro país extranjero. A que es increíble.
Luego le echan la culpa a Marruecos que tan sólo ha dejado que diez mil de sus paisanos se den un paseo por Ceuta, como venganza de la acogida en el país de un señor buscado por la justicia española, con pasaporte e identidad falsos.
Y digo yo, ¿quién habrá abonado, si es que se ha hecho, la factura del hospital, los cuidados, la seguridad y tantas cosas más que este hombre ha producido en el tiempo que ha estado entre nosotros? Tengan en cuenta que el hombre en cuestión, el susodicho Ibrahim Ghali, es el responsable de que en Marruecos nos miren mal y para colmo el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraza lo absuelve archivando la querella por genocidio que tenía pendiente, por prescrita. ¿Es que también prescriben las querellas de ese alcance? A mí que me lo expliquen. Además, este hombre tiene, según se dijo cuando arribó al país, otras denuncias pendientes y estaba buscado por nuestra justicia.
Sí, ya lo sé. Politizamos el asunto y lo cerramos sin problemas.
Bueno, no se olviden de Gaza, Yemen, Siria, Irak, Egipto ni de Túnez, donde las están pasando canutas. Tampoco olviden esos cientos de miles de refugiados agazapados en alguna parte de este triste y mísero mundo.