Todo aquello que expresamos con anterioridad para España, se puede aplicar exactamente, e incluso con más violencia y virulencia, hablando en términos sanitarios, para Marruecos. Ésta, nuestra amada patria de origen, ha conocido un año muy movido, exageradamente movido, diría yo. Ha celebrado unas elecciones generales donde el sistema ha contribuido, junto a la población, a la liquidación del islamista Partido de Justicia y Desarrollo, para aupar a un partido liberal a la formación de un Gobierno tripartido que barre para dentro. Ya lo decía creo que el mismo Hassan II: “Dejad a los islamistas porque caerán solos”; y así fue. Han caído brutal y rabiosamente, pasando de 125 a tan solo 9 escaños parlamentarios. Ha sido una gran sorpresa para todos, incluso para ellos mismos y ahora, el Rey mejor que nunca porque reina y gobierna.
Este año que ya finaliza, ha sido para Marruecos el año del Sáhara. Por un lado ha conseguido un doble reconocimiento por Estados Unidos y por Israel, para de otro modo y también doblemente, enemistarse con Argelia y con España y todo ha sido a consecuencia del Sáhara.
De todo este tinglado ¿a que adivinan ustedes quién es el vencedor?… Claro que sí, Estados Unidos que ha colocado a su socio del alma en el centro de la vorágine, en contra de la voluntad de Oriente y de Occidente y sobre todo, en desavenencia de los legendarios adversarios de Israel.
Por el Sáhara, Marruecos ha retirado a su embajadora de Madrid, ha hecho oídos sordos para que más de diez mil paisanos, casi la mitad de ellos en la pubertad, se introduzcan en Ceuta. Ha influido para que caiga la ministra española de Asuntos Exteriores que, al parecer no ha entendido nada cuando desde Marruecos se decía alto y claro, que la cuestión del Sáhara es primordial y no admite discusión alguna. La acogida “humanitaria” de Ibrahim Ghali en un hospital español para tratarle de su dolencia, ha sido un error desafortunado y más épico al no haber informado a las autoridades vecinas de ello. Dirán ustedes que España no tiene que justificarse ante nadie y tienen razón, pero hay cuestiones en política internacional que hay que tomarlas con mucha parsimonia y varios alfileres. Las relaciones entre ambos países se han visto muy perjudicadas y la prensa, en ambos países, está contribuyendo a ello. Aquí en España se publican artículos sobre la escalada armamentista del país vecino, sobre su potencial y se habla de una supuesta estrategia bien marcada que define con toda claridad las pretensiones y ambiciones desmedidas del reino Alaoui en torno a Ceuta, Melilla y las pequeñas islas del Mediterráneo, mientras otros escritos describen el bloqueo económico que se pretende hacer sobre las dos ciudades. Y no seré yo quien lo intente negar categóricamente.
Marruecos y Argelia han entrado en una escalada nada saludable desde el cierre de las fronteras entre ambos países en los años noventa, Argelia ha cortado relaciones con su vecino y hasta ha prohibido que sus aviones civiles vuelen su territorio, después de la muerte de tres camioneros argelinos, en extrañas circunstancias cerca de la frontera mauritana. Se habla de una eminente guerra en el Norte de África, cosa que personalmente, al igual que todo ciudadano magrebí lamenta, declina y rechaza. Esperemos que la mesura, prudencia y serenidad se impongan entre las dos naciones hermanas cuyos pueblos no se merecen semejante desastre.
Bueno, que el 2022 nos traiga salud, bienestar y fortuna. Que se apiade de nosotros y sea más benévolo que este 2021. Pero aun así, no se olviden de los cientos de miles de ciudadanos de este planeta, que andan buscando misericordia, paz, holgura y felicidad, dando un final eminente a sus miserias.