Un sello para la discordia
En muchos medios, sobre todo en las redes sociales, ha sentado muy mal que Marruecos pusiera a la venta por 3,75 dirhams, equivalentes aproximadamente a 34 céntimos de euro, un sello de correos conmemorando el cien aniversario de la Batalla de Annual. Allá en el Sur, se celebraba una gran victoria, mientras por aquí, en el Norte del Sur, se analizaron en su día, julio pasado, como todos los años, la derrota, sus motivos y su trascendencia en toda la prensa nacional. Ahora, semanas después, prensa y redes sociales, todos se encuentran afligidos, resentidos y contrariados.
Annual, un pueblo o aldea que ni figuraba en el censo demográfico de Marruecos en 2004 por estar, entonces, considerada como aldea o comunidad rural. Pero que hoy, diecisiete años después, considero que se habrá desarrollado y crecido algo, seguramente gracias al esfuerzo de sus habitantes y no el de los gobernantes. En realidad, pienso que siendo el sitio que es, un lugar que recuerda a Abdelkrim y a la República del Rif, la Administración marroquí, nacional como local no ha cuidado ni potenciado, sino que la han dejado en el olvido y no habrán ni celebrado el acontecimiento. Qué pena de país y qué pena de gente.
El sello en cuestión, fue editado por la sociedad anónima Barid Al Maghrib (Correos de Marruecos), motivo por el cual el diario La Razón incluye el siguiente titulo: “Marruecos celebra la matanza de españoles de Annual”, mientras Okdiario.com titula su artículo: “Marruecos celebra con un sello conmemorativo el asesinato de 10.000 españoles”. Además se puede leer que: “El Reino alauita ha decidido recordar la gloriosa batalla de Annual que entienden como un hito clave en la independencia de Marruecos”. Y añaden que éste es un sello conmemorativo del movimiento contra España y Francia.
En realidad nada tiene que ver ganar la batalla de Annual en la independencia del país. Nada tiene que ver porque se ganó esa batalla en 1921 y se perdió la guerra; especifico la guerra de España contra Abdelkrim en 1927, después de hacer partícipe a Francia y utilizando armas nada convencionales.
En otras publicaciones se pueden leer titulares como: “La población marroquí se dispara en Andalucía un 16 % desde que gobierna Pedro Sánchez”, “Un informe advierte de la amenaza militar de Marruecos al Estrecho: prepara 20.000 millones en armamento” y “El incremento de las exportaciones de Marruecos deja en situación crítica a los agricultores andaluces”.
No seré yo precisamente quien hable y celebre el asesinato de esos pobres diez mil soldados españoles, llevados a la batalla por sus coroneles y generales más prestigiosos del momento. Ellos, gañanes triunfalistas, no podían creerse lo que ha sucedido y así se han vengado buscando la alianza con Francia y usando armamento prohibido por los estamentos internacionales: gases venenosos arrojados contra la población civil que, incluso hoy día, o mejor dicho, hoy día más que entonces sufren sus consecuencias, al estar la zona del Rif en la delantera, siendo precursora de las enfermedades de cáncer en todas sus variantes, Así se puede afirmar que no hay ninguna familia de origen rifeño que no padezca esta lacra de patología.
Los sucesivos Gobiernos de Marruecos, no reconocen este hecho, por lo que no hacen nada para luchar contra esta dolencia. Y tienen que ser las asociaciones del ámbito civil y personas independientes, quienes reivindican y llaman la atención tanto aquí como allá sobre este hecho. Y, justamente la semana pasada, el presidente de la Asamblea Mundial Amazigh, ha dirigido una carta al Ministro de Asuntos Exteriores y se ha reunido en Madrid con representantes de varios partidos, para solicitar su atención sobre este tema. Como consecuencia de estos contactos, Esquerra Republicana de Cataluña y Junts, acaban de registrar en las Cortes una proposición no de ley para su debate en la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja. Veremos, dijo el ciego, en qué se queda esto.
De todos modos hay más problemas por allá. Así que no se olviden de Gaza, Egipto, Siria, Yemen e Irak, ni de los cientos de miles de refugiados que, en el norte como en el sur, permanecen agazapados y con mucho frío o mucha calor, esperando una liberación.